Dos amenazas al turismo español
27 junio, 2020 (12:45:42)Dos amenazas se ciernen sobre el turismo español. Una inmediata, coyuntural pero que afecta a su supervivencia, y otra de carácter estructural.
La amenaza de carácter estructural se deriva del escaso valor que no sólo el conjunto de la sociedad sino los poderes públicos han reconocido a la actividad turística. Dejando las expresiones más toscas, como la del Ministro de Consumo, se han publicado recientemente nuevas formulaciones más elaboradas que van, sin embargo, en la misma dirección. Se argumenta que la economía española ha sufrido más, no por el retraso en las medidas preventivas frente a la pandemia, que se ha traducido en un más estricto y más largo confinamiento de la población y de la actividad económica que en otros países, sino en que al ser el turismo un factor clave de la economía nacional (al fin se le reconoce como tal) y ser, a la vez, uno de los más afectados globalmente por la pandemia, la recuperación de nuestra economía se ve lastrada por esa dependencia. El corolario de esta postura es que la estrategia de la reconstrucción que se está diseñando debería priorizar, por tanto, otros sectores, en especial la industria, dejando en un lugar secundario al turismo. Una primer muestra de este enfoque es la mayor generosidad con la que se atiende al sector de la automoción (el 10% del PIB), frente a la parsimonia manifestada respecto al turismo, (el 12,5 % del PIB), a pesar de que aquel sector es dependiente de las decisiones que se adopten en las centrales extranjeras, de las cuales nuestras factorías son subsidiarias, frente a un sector turístico español que ha realizado una exitosa expansión internacional.
Esta contraposición no significa una visión negativa del sector industrial de nuestra economía, que frente a lo que muchas veces se afirma, representa más del 20% de la economía nacional y está en línea con otros países de nuestro entorno, sino indicar que también es un sector vulnerable a las vicisitudes de las crisis globales y con debilidades estructurales propias como ponen de relieve los cierres anunciados de las factorías de Nissan y Alcoa. Su dependencia estratégica del exterior, los costes energéticos y, en muchos casos, el reducido tamaño empresarial son debilidades que amenazan su desarrollo. Son factores distintos de los que amenazan al sector turístico, que se reducen a uno: la caída coyuntural de la demanda. Por tanto el apoyo al sector turístico es mucho más fácil y menos oneroso: se reduce a mantener temporalmente la estructura productiva mientras se apoya la reactivación de la demanda.
Y esto nos lleva a la segunda amenaza, de carácter coyuntural, al sector turístico español que se resume en la siguiente pregunta: ¿Cómo reactivar la demanda sin poner en peligro la situación sanitaria de los destinos? El factor fundamental de la reactivación del turismo es la conectividad y la libertad de tránsito, sin la cual todo apoyo promocional carece de sentido. El dilema radica en hacer compatible el mayor grado de libertad de tránsito posible y el control efectivo de las condiciones sanitarias. Está generalmente reconocido que la apertura de fronteras solamente puede hacerse con aquellos países que estén en una situación similar a la nuestra en cuanto al control de la pandemia y parece que en este sentido Schengen va a elaborar una lista de países desde los que se puede viajar. El tema clave, por tanto, es como garantizar en el mayor grado posible que el movimiento turístico desde esos mercados emisores se realiza en las mejores condiciones para los viajeros, los proveedores de servicios (operadores, transportistas, alojamiento, y sus trabajadores) y los destinos.
Estamos asistiendo a la polémica de las insuficientes medidas de control sanitario en los aeropuertos. Las medidas puestas en práctica se defienden con el débil argumento de que son las que han adoptado conjuntamente los países del área Schengen, pero eso no conlleva que sean eficaces para evitar el rebrote de la pandemia. Los grandes países receptores de turismo, encabezados por España, deberían ser más exigentes en cuanto a garantías sanitarias para viajar en beneficio de todos. Lo peor que podría ocurrir es que se produjera un rosario de brotes en los destinos. Ello arruinaría las posibilidades de recuperación de la actividad turística por mucho tiempo.
La experiencia de estos días muestra que los brotes surgidos son el resultado de la inmigración irregular y de la llegada de trabajadores temporeros que no han pasado controles efectivos. Hay que partir de la base de que el viaje es una actividad voluntaria y los viajeros se someten regularmente a medidas sanitarias, como las vacunas, cuando deciden realizar un viaje que conlleva riesgos. En contraposición ahora se argumenta que la realización de pruebas de sero-prevalencia del covid-19 en origen inmediatamente antes de realizar el viaje es costosa y complicada. Frente al riesgo de echar por tierra todo el esfuerzo realizado por los proveedores de servicios turísticos para garantizar la salud del turista una vez en el destino es razonable exigir, en beneficio de propio viajero en primer lugar, que éste cumpla los elementales requisitos sanitarios para realizar el viaje en condiciones de seguridad.
Para comentar, así como para ver ciertos contenidos de Hosteltur, inicia sesión o crea tu cuenta
Inicia sesiónEsta opinión no tiene comentarios.