Rechazar el pesimismo
28 septiembre, 2020 (10:30:18)La situación sanitaria de España y, consecuentemente, del turismo español es tan grave que es muy tentador dejarse llevar por el pesimismo y quedar, pasivamente, a la espera de que la llegada de las vacunas y la mejora de los tratamientos médicos y farmacológicos, entre ellos los test rápidos, nos permitan superar la pandemia.
Esta pasividad, producto del pesimismo y su asociada la melancolía, sería la peor actitud que podría adoptar el sector turístico, público y privado. Hay que evitar reproducir la actitud histórica que nuestro país atravesó en 1898, cuando intelectuales y políticos se entretuvieron en analizar la situación de postración de España en vez de actuar diseñando planes y entusiasmando a la sociedad española a llevarlos a cabo. Éste es un riesgo real. La sociedad española está desorientada. La cuota intelectual del Gobierno acaba de decir que “éste mundo se acaba”, mientras que otras opiniones defienden que nada cambiará y que saldremos de la pandemia siendo tan “botarates” como antes. Y a la vista de la conducta de demasiados en plena pandemia es probable que esta última opinión sea la acertada. ¿Y por qué, en contra de ambas posturas, la sociedad española no va a ser capaz de superar esta crisis con éxito dando un nuevo paso adelante en el largo camino que ya hemos recorrido en las últimas décadas?
Desde luego no estamos en 1898. España se ha dotado de un sistema democrático consolidado, perfectamente homologable, aunque mejorable en su estructura y funcionamiento. No estamos aislados sino que formamos parte importante de la Unión Europea, un proyecto económico, social y político ilusionante y sin parangón en la Historia. España, a través de décadas de esfuerzo colectivo, ha logrado un nivel de desarrollo equiparable al de los demás países europeos. La actividad turística forma parte esencial de ese esfuerzo, que ha permitido, partiendo prácticamente desde la nada, alcanzar el primer puesto de competitividad de nuestro turismo en el ámbito mundial, en el que se mueven con éxito nuestras empresas turísticas. La imagen internacional de nuestro país ha alcanzado cotas inimaginables a comienzos del siglo XX: el proceso de transición se convirtió en un modelo admirado e imitado; incorporamos el mayor museo de arte a nivel mundial; la cocina española se convirtió en referente internacional, y nuestro turismo, con 85 millones de visitas en 2019 ha constituido el mejor instrumento para proyectar esta imagen de España en todo el mundo.
Partiendo de esta realidad, producto del dinamismo de la sociedad española, es el momento de la acción. Hay dos líneas de actuación en turismo. La primera consiste en que no dejemos que los valiosísimos activos turísticos, materiales e inmateriales, se malogren. La infraestructura pública y la estructura turística están ahí, como lo está el capital humano de todos los niveles, directivo, medio y básico, y que se cifra en 2,6 millones de empleos. El objetivo es que estos activos no se deterioren hasta que la pandemia sea vencida. En estos días se ha originado la polémica sobre la falta de acción del Gobierno para someter a la Comisión Europea un plan específico de recuperación del turismo, a diferencia de otros diez miembros de la UE que sí lo han hecho. Nuestro Gobierno ha replicado señalando que ha destinado 28.000 mil millones a ayudar al sector turístico. Es una discusión inútil, ya que ambas afirmaciones pueden ser ciertas, se han dedicado fondos públicos de carácter general a apoyar al sector turístico al igual que a otros sectores, pero no hay un plan específico para el turismo.
¿Por qué no aprovechar el ofrecimiento de la Comisión Europea de fondos de origen comunitario para salvaguardar al sector turístico español hasta que la pandemia se supere? El Gobierno, con esta financiación comunitaria, podría diseñar una auténtica política turística de oferta, superando mediante un acuerdo leal la fragmentación que ha sido un grave obstáculo en el pasado reciente. Esta política de producto y destino serviría no sólo para superar las dificultades temporales derivadas de la pandemia, sino también para avanzar en las exigencias de un turismo más sostenible. Es una ocasión única que no nos podemos permitir desperdiciar.
A su vez, el Parlamento Europeo, alarmado por el riesgo que corren 22 millones de puestos de trabajo, ha urgido a la Comisión a definir una coordinación comunitaria de evaluación de los riesgos de la pandemia y fijar las restricciones a viajar, así como un apoyo financiero directo y específico al turismo. En línea con esta disposición de las instituciones europeas, la canciller Merkel ha convocado una cumbre turística de la UE para salvar al sector. Está claro que ni la Unión Europea ni el Gobierno alemán comparten la opinión de un miembro del Gobierno español, economista al parecer, que considera al turismo como un sector de escaso valor añadido. Por el contrario, lo consideran muy importante para la economía europea, al representar según el país miembro entre el 4,3% y el 25% del PIB.
La otra línea de acción es el de la recuperación de la imagen de país y turística de España, tan dañadas por la ineficiente gestión de la pandemia, que nos ha convertido en el ejemplo a evitar y en el destino a eludir. El impacto de los comentarios tanto de medios internacionales de información general como The New York Times, Le Monde, Financial Times, Frankfurter Allgemeine Zeitung, por sólo citar algunos, como especializados en medicina, como The Lancet, ha sido demoledor, aunque el resultado del estudio del Instituto Elcano parece indicar que el daño puede ser reparado con una inteligente actuación. En el ámbito turístico, España dispone del instrumento adecuado para esta labor, que es TURESPAÑA, que ha sabido actuar eficazmente en las numerosas crisis de imagen que ha atravesado nuestro turismo. En una crisis de imagen la respuesta es la comunicación, no la promoción. Para que la respuesta sea eficaz es imprescindible que el mensaje se ajuste a la realidad. Por ello la comunicación ha de realizarse cuando la eficacia de la gestión doblegue a la pandemia. O cuando, a falta de ella, las vacunas hagan desaparecer a la pandemia.
En todo caso, es el momento de la acción urgente. El sector turístico privado no sólo está dispuesto a ella, sino que la reclama desesperadamente.
Para comentar, así como para ver ciertos contenidos de Hosteltur, inicia sesión o crea tu cuenta
Inicia sesiónEsta opinión no tiene comentarios.