Crisis nacional y crisis del turismo
19 octubre, 2020 (10:30:45)La imagen de España que transmiten los medios internacionales más prestigiosos es demoledora. Algunos ejemplos de los últimos días. El semanario The Economist titulaba dramáticamente su artículo sobre España “Bailando con la muerte” y subtitulaba “La venenosa política empeora la pandemia y la economía”. El Frankfurter Allgemeine Zeitung hablaba del “fracaso del Estado. Los dirigentes no están a la altura de la crisis. Falta una estrategia nacional y un mensaje común”. El HandeLsblatt, bajo el título “Fracaso completo” señalaba que “la crisis de España adquiere proporciones dramáticas. La causa primera es la mala gestión política”, referida tanto a la pandemia como a la economía. La conclusión es que “el país difícilmente es ya capaz de ayudarse a sí mismo y los socios de la Unión Europea debería establecer unas condiciones claras para la ayuda que España va a recibir”. Aun es más contundente el prestigioso periódico suizo, el Neue Zürcher Zeitung, que se pregunta si “España es un Estado fallido”, ya que “la situación política es demasiado inestable y que la ayuda financiera de la UE no está actualmente justificada”.
¿Estamos ante una crisis nacional, sanitaria, económica y posiblemente social, de la que la crisis del turismo no sería sino una parte? Y si es así ¿Qué habría que hacer para superarla? Jared Diamond, en su obra “Upheaval, How Nations cope with Crisis and Change”, ofrece un lúcido esquema para analizar un reto excepcional, que implica un cambio fundamental y que exige nuevos métodos para enfrentarse a él, al que de tiempo en tiempo se enfrentan las naciones. Su esquema es perfectamente aplicable al momento presente de España.
Diamond indica que las crisis son el resultado de cambios evolutivos que se prolongan en el tiempo y que alcanzan su culminación en un momento determinado. Dos aspectos clave destaca este autor al enfrentarse a una crisis nacional: el papel del liderazgo y que la gestión de la crisis, para tener éxito, ha de implicar un cambio selectivo. Este concepto del cambio selectivo es crucial. No se trata de renunciar a la totalidad de lo existente sino identificar lo que se necesita cambiar, manteniendo el resto de los factores que constituyen la identidad nacional.
Junto a lo anterior, la parte más relevante del análisis de las crisis nacionales de Diamond es el de los factores que condicionan el resultado, satisfactorio en mayor o menor grado, de la gestión de una crisis. Entre ellos cabe destacar como más significativos para el caso español los siguientes:
· El reconocimiento compartido de la existencia de la crisis nacional y del fracaso colectivo.
· La definición de los problemas que han de abordarse y el acuerdo de que hay que actuar.
· Identidad nacional.
· Valores nacionales clave.
· Experiencia histórica en la gestión de previas crisis.
· La ayuda de otras naciones.
Frente a la visión desoladora anteriormente expuesta por medios internacionales, es imprescindible aplicar los factores del análisis de Diamond a la situación española y resultará una visión más equilibrada a fuer de realista. Hay que reconocer que aparecen factores negativos en nuestro caso: los relativos al reconocimiento compartido de la existencia de la crisis, la definición de los factores que hay que abordar, y, aparentemente, la identidad nacional y los valores nacionales clave. Son factores negativos muy relevantes pero que se relativizan al tener en cuenta otros factores del análisis de Diamond: la experiencia histórica ha demostrado sin duda alguna que existe una identidad nacional y unos valores nacionales clave. Esa identidad y esos valores fueron la base de la capacidad intrínseca de la sociedad española para superar graves crisis: hemos sido capaces de pasar de una dictadura a una democracia mediante una transición que ha sido un ejemplo para muchos países, ha sido así mismo capaz de dar respuestas pacíficas a un golpe de Estado y a un intento disgregador. Con razón afirmaba Bismarck que no había país europeo más fuerte que España. Por otro lado, contamos con el apoyo de otras naciones: nuestra pertenencia a la Unión Europea es una garantía de que no estamos solos.
Ésta es la situación general de España en la que se enmarca y condiciona la crisis del turismo español. Las instituciones representativas del sector, los empresarios y los trabajadores han de ser conscientes de ello para diseñar las estrategias y definir las actuaciones que les permitan superar la presente situación de nuestro turismo. Con independencia de las mejores intenciones de la Administración turística, y debido a las limitaciones que a la misma se le imponen por el escaso aprecio y valoración gubernamental de la actividad turística, es de temer que no haya un plan específico de recuperación del turismo no obstante su peso en el PIB nacional, en el empleo, en la balanza de pagos y en la balanza fiscal. El sector turístico ha de limitarse a los planes generales dirigidos a mantener el sistema productivo y las líneas generales de la recuperación. El sector ha de acudir a sus propias iniciativas, puestas a prueba a lo largo de su historia de éxito en la que ha atravesado etapas muy difíciles que ha sabido superar y alcanzar el liderazgo mundial y la expansión internacional. La iniciativa privada sigue viva. Sólo dos ejemplos: ocho hoteles en Mallorca se han acogido a la nueva legislación que permite ampliar capacidad, y en Madrid se inaugura un hotel de lujo y otro reabre sus puertas.
No todo, por tanto, es negativo. La Unión Europea parece que empieza a moverse, aunque no a la velocidad deseable. Acaba de adoptar unas reglas comunes y homogéneas para calificar las situaciones de la pandemia en los países miembros, así como a su aplicación por regiones y no por países y la posibilidad de corredores aéreos, aunque todavía tiene que dar el paso definitivo de sustituir las cuarentenas por los test a los viajeros. Hay que reconocer que España ha liderado esta iniciativa y que el Gobierno se ha abierto a aplicar este sistema en Canarias y Baleares. Habrá que seguir insistiendo en ella tanto a nivel nacional como europeo.
Otro aspecto positivo es el relativo a la parte en que la Administración turística central puede actuar sin estar condicionada por consideraciones de política económica general, o sea la relativa al seguimiento de la demanda, al contacto permanente con los actores de los mercados emisores y, en el momento oportuno, la comunicación a los potenciales viajeros, en cooperación con los socios de los mercados emisores. Ahí España cuenta con un instrumento, TURESPAÑA, que tiene prestigio internacional y que ha demostrado largamente su eficacia.
Por tanto, no todo es negativo y cabe margen para la acción. Al fin y al cabo, la etimología china de la palabra crisis – “wei-ji”- consta de dos caracteres “wei” que significa peligro y “ji” que significa oportunidad. Un miembro de una familia de hoteleros, J.M. Carbó, lo ha resumido muy bien: “sólo cabe adaptarnos a la nueva situación, buscar nuevas rentabilidades, adaptar el producto y generar confianza”. Todo un programa.
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