Decepción tras decepción
2 diciembre, 2020 (05:58:23)Al fin, y con meses de retraso, se ha celebrado la Conferencia Internacional que el World Travel and Tourism Council (WTTC) generosamente ofreció al Gobierno español. El WTTC ha sido el motor de la iniciativa y de la organización de la Conferencia, gracias a la implicación de su Presidenta y de su representante para España e Iberoamérica. No es tarea sencilla organizar una conferencia internacional y asegurarse la participación de países y actores relevantes del turismo mundial, echándose en falta un mayor esfuerzo del Gobierno español en este sentido. Ha sido acertado que, el Gobierno español haya incorporado a la Organización Mundial del Turismo (OMT), de la que España es sede.
Si nos atenemos al eco que la Conferencia ha tenido en los medios de comunicación habría que calificarla como una oportunidad perdida. Los medios especializados españoles apenas se han ocupado de la Conferencia y los medios generales la han ignorado. Pudiera ser un fallo de comunicación, lo que de por sí ya es grave, pero más grave sería que sus resultados no hayan atraído el interés del sector turístico español, lo cual es muy llamativo, ya que dicha reunión estaba convocada para abordar los graves problemas de supervivencia que tiene el turismo español. Quizás el desinterés del sector turístico español es que no ha tenido participación alguna en la organización, temario y desarrollo de la Conferencia. ¿Cabe pensar que el sector automovilístico o el de las comunicaciones hubieran estado ausente de una conferencia internacional organizada por el Gobierno español en la que se abordaran, respectivamente, los temas de la automoción eléctrica y la conducción automática, o la digitalización y el 5G? Pues es lo que ha ocurrido con el sector turístico español en la Conferencia celebrada en La Palma. Los hoteleros, los restauradores, los transportistas, los operadores y agencias de viaje, sus Asociaciones más representativas, en definitiva todo el sector turístico español no ha sido invitado a participar, como si la Conferencia no fuera a tratar temas vitales para la actividad turística española. Consecuentemente, el sector ha contemplado a la Conferencia como un espectáculo político del que se le ha excluido.
A pesar de este grave inconveniente, cabría analizar la Conferencia, valorando como merece el gran esfuerzo realizado para organizarla, por sus resultados. Hay que decir que habría sido deseable que la representación pública de mercados emisores y de destinos hubiera sido más amplia y a los más altos niveles. Asimismo que los resultados hubieran alcanzado un mayor grado de concreción y rotundidad, superando los poco comprometidos términos de la Declaración final de la Conferencia.
El primer gran problema que tiene planteado el turismo español es el de la restauración de los flujos turísticos, basada en la conectividad aérea, que a su vez depende de que se establezcan esquemas coordinados de seguridad sanitaria para los viajeros de tal modo que sea posible garantizar el bienestar tanto de los turistas como de los transportistas y de los destinos, trabajadores turísticos y población local. Esta es la clave para un progresivo retorno de la actividad turística. Para lograrlo se cuenta con un instrumento fundamental en progreso constante: los test que garantizan que el viajero no es un factor de contagio. Pero, como siempre, el demonio está en los detalles. Si el test que se exige es un PCR, costoso (en ocasiones más que el precio del billete) y que implica un dilatado plazo de tiempo para obtener el resultado, el viaje se hace muy difícil. La investigación ha avanzado mucho en otros tipos e test alternativos que tienen una fiabilidad equivalente a los PCR tanto es su “especificidad” (resultado negativo) como en su “sensibilidad” (resultado positivo). El Gobierno regional canario, preocupado por salvar la temporada de invierno había dado por válidos los test de antígenos y solicitado reiteradamente al Gobierno español que los admitiera. El Gobierno los ha rechazado con el argumento de que la Comisión Europea (CE) no los había validado. Es un argumento tan falaz como el esgrimido para retrasar durante meses la reducción del IVA sobre las mascarillas. Lo cierto es que la CE ha recomendado a los miembros de la Unión Europeo que establezcan acuerdos para su validación, ya que estima que estos test son fiables. ¿Por qué no se ha aprovechado la presencia de algunos grandes operadores y líneas aéreas, decididos partidarios de la implantación coordinada de los test de antígenos, para dar un paso adelante, como corresponde un líder, en la seguridad de que los demás seguirán el camino? Era de esperar que la intervención del Jefe del Gobierno español en la sesión inaugural de la Conferencia hubiera sido la ocasión para anunciar que España consideraba a estos test de antígenos como válidos y que iba a promover activamente acuerdos con los países miembros emisores de turismo. El silencio del Jefe del Gobierno ha sido ominoso.
También hubiera sido ocasión propicia para presentar un plan para el sostenimiento de la estructura empresarial y laboral turística y la recuperación de la actividad. También aquí las expectativas, si es que alguien las tenía, resultaron desgraciadamente frustradas. El Gobierno se resiste a conceder algún tipo de ayuda directa al sector turístico y ello por dos razones. La primera por la penosa situación de la economía española (la OCDE prevé una caída del PIB en 2020 del 11,6% y que solamente en 2023 se recuperará el nivel del 2019)) y, más específicamente, por el grave desequilibrio de la balanza fiscal, que implica un insostenible aumento del déficit y de la deuda exterior. La segunda es consecuencia del menosprecio de la actividad turística: parece que la consideración del turismo como una actividad de escaso valor añadido, mantenida por el sector podemita ha sido asumida por el Gobierno, anulando cualquier intento del Ministerio responsable del turismo. Contrasta esta actitud con la de otros países miembros de la Unión Europea, en los que el turismo tiene un peso mucho menor en sus respectivos PIB, y que, no obstante han prestado cuidadosa atención al turismo en forma de rebajas de impuestos y cargas sociales, moratorias de alquileres y fiscales, compensaciones por cese de actividad forzosa por razones sanitarias, e incluso millonarios rescates.
En definitiva, cabe hacer a nuestras autoridades turísticas una serie de preguntas respecto a la Conferencia:
· ¿La agenda de temas tratados en la Conferencia había sido predeterminada con precisión?
· ¿Han sido satisfactorios los resultados conseguidos?
· ¿Se han cumplido los objetivos acerca del nivel de participación internacional?
· ¿Por qué no ha habido participación del sector turístico privado español?
Ante la falta de información sobre estas preguntas cabría formular la duda definitiva:¿De qué ha servido la Conferencia Internacional de Turismo celebrada en La Palma y todo el esfuerzo invertido en su organización?
No creo que sea excesivo pedir que el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo ofrezca información al sector turístico español, más allá de la escueta nota de prensa y la Declaración final.
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