El optimismo para la acción, más necesario que nunca.
27 enero, 2021 (07:17:21)Hoy todo parece conducir en el turismo al pesimismo, y, por ende, a la melancolía y a la inacción. Los mercados emisores están cerrados por el recrudecimiento de la pandemia. En España acaba de publicarse el balance del año turístico, con dramáticos descensos en todas las magnitudes: desde los 83,5 millones de turistas extranjeros hasta un retroceso equivalente a 10 años; desde una aportación al PIB nacional desde el 12,5% al 5%; con las compañías de transporte, alojamiento, restauración y ocio no ya en situación de falta de liquidez sino en riesgo de insolvencia por la condena a la plena inactividad debida a la pandemia, a la que ha contribuido decisivamente la pésima gestión de la situación sanitaria por la inhibición del Gobierno, que no ha liderado ni coordinado la respuesta de un sistema sanitario fragmentado en 17 partes. El Presidente del Gobierno acaba de anunciar, aunque la Ministra de Turismo se haya apresurado a matizarlo, de que solamente hasta transcurrido el verano, el 70% de la población estará vacunado, lo que garantiza la inmunidad de grupo, requisito esencial para revitalizar las llamadas actividades de contacto, entre las que se encuentra el turismo, lo que implica la pérdida de la temporada de verano de 2021. En el sector turístico español y en los de los mercados emisores se sabe perfectamente que la recuperación dependerá del ritmo de vacunación tanto de los países emisores como de los destinos, y que, entre éstos, tendrán una ventaja competitiva determinante los que hayan sabido gestionar mejor la inmunización de su población.
Sin embargo, el optimismo con el que hay que abordar esta grave situación no es infundado. En primer término, hay una certidumbre compartida por todos: el deseo de reanudar los viajes, porque viajar ya es una necesidad social que, además, está espoleada por la renuncia en el pasado año, impuesta por la situación sanitaria. Los antecedentes históricos de esta reacción social por recuperar la alegría de vivir, manifestada a raíz de la mal llamada gripe española de 1918, en incluso de la pandemia de la Peste Negra en la Baja Edad Media, avalan esta posición.
Sobre esa aspiración social de fondo, hay además iniciativas concretas que ayudan a superar ese pesimismo. Se está produciendo, tardía pero enérgica, una reacción tanto en el ámbito público como en el privado del sector turístico. TURESPAÑA ha anunciado un ciclo de jornadas bajo el título “Reset and Restart: Nuevas oportunidades para un sector de futuro”. Estas Jornadas pondrán de manifiesto, una vez más, que España cuenta con una excelente red de Oficinas de Turismo que tienen la mejor información de los mercados y gran capacidad de interlocución con los actores turísticos emisores. También, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo de España está apoyando decididamente en la Unión Europea la iniciativa griega de crear un pasaporte sanitario que recoja las pruebas sanitarias y las vacunas de los viajeros. Hay una cierta resistencia a su aprobación, argumentando que afecta a la libertad personal, desconociendo que dicho pasaporte ya existe, exigiendo la vacunación cuando el viajero tiene que desplazarse a países en los que existen endemias, como el cólera o la fiebre amarilla. Israel, que ya ha sido capaz de vacunar a un tercio de su población, ha establecido un pasaporte que permite a los vacunados moverse en el interior sin restricciones.
A su vez, el sector turístico privado está demostrando gran capacidad de reacción para, por un lado, recuperar su actividad, y, por otro, encarar los cambios imprescindibles para afrontar el futuro. Respecto al primer punto, la Mesa del Turismo ha hecho públicas en una reciente conferencia de prensa las reivindicaciones imprescindibles para lograr esa recuperación. Ha elaborado una lista de los requisitos para cada uno de los subsectores turísticos, pero ha enfatizado dos actuaciones básicas: el proceso de vacunación y las ayudas directas. Y, puesto que estas ayudas repercutirán en todos los contribuyentes, es evidente que estas ayudas tienen que ser discriminatorias en el sentido de que solamente se puede ayudar a las empresas que sean viables. La Mesa del Turismo ha hecho suyo un argumento repetidamente expuesto en artículos anteriores de esta serie sobre el turismo español y el covid-19: la recuperación de la economía española no será posible sin el retorno de la actividad turística, ya que no hay otro sector que tenga tanta capacidad de dinamizar la economía nacional como el turismo, en términos de empleo (2,7 millones de puestos de trabajo), captación de divisas (60.000 millones de euros en la balanza de pagos), y por los efectos inducidos en otros sectores productivos (índice del 0,96). Sólo con la recuperación rápida de la economía será posible que la crisis económica no derive en una crisis social. Con ello el peso de la ayuda a la recuperación económica en las arcas públicas y, en definitiva, en el contribuyente se verá compensado al reducirse el período de duración y la gravedad de la crisis económica.
Respecto a los retos que implica el futuro del turismo hay una iniciativa de calado dirigida a la captación de los fondos Next Generation del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Unión Europea. Setenta grandes compañías turísticas o directamente relacionadas con la actividad turística de se han aliado en una unión “nunca antes alcanzada”, para elaborar un proyecto, denominado “Turismo del futuro”, que han presentado al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, que supondría una inversión de 5.800 millones, basado en los criterios de la UE para estos fondos, de digitalización y sostenibilidad medioambiental, que implicaría una redefinición del futuro de la actividad turística. Las representaciones institucionales del sector deberían ser parte activa de esta iniciativa, para que sus beneficios alcanzaran al conjunto del sector, en especial a las empresas medianas y pequeñas, que son parte esencial del mismo.
Se dice que un pesimista es un optimista bien informado. Es más exacto pensar que un optimista es aquel que reconociendo la gravedad de la situación presente, tiene planes realistas y energía para, sobre bases sólidas, superar esa situación y diseñar un futuro esperanzador.
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