Crisis por coronavirus

Tres desafíos para las agencias de viajes argentinas y una buena noticia

La crisis ha golpeado a todo el sector, pero también ha puesto a prueba la creatividad para salir adelante

Publicada 30/03/20 -Actualizada 25/04/20 02:00h
Tres desafíos para las agencias de viajes argentinas y una buena noticia
  • ¿Qué medidas podrían ayudar a las agencias argentinas a subsistir? Tres desafíos, sus posibles soluciones y una importante línea de crédito
  • Las empresas de #viajes siguen sobrellevando una facturación cero para cumplir con numerosas obligaciones laborales y fiscales
  • Nuevo crédito permitiría financiar hasta el 100% de la masa salarial bruta de una pyme, a 12 meses (+3 de gracia) y 24% de interés máximo

La suspensión de la conectividad aérea en el país y en gran parte del planeta; la caída de la demanda; las medidas de aislamiento obligatorio con un fin incierto pusieron al sector de las agencias de viajes de Argentina en una situación sumamente adversa. Mientras su facturación ha pasado a ser “cero”, deben seguir afrontando enormes costos estructurales e impositivos. ¿Qué medidas podrían ayudarlas a subsistir? A continuación, tres desafíos, sus posibles soluciones y el anuncio de una importante línea de créditos.

No hace falta describir a esta altura el impacto que la pandemia de coronavirus está teniendo en la industria de los viajes a nivel global. Para ello, se recomienda leer la revista especial de HOSTELTUR, que puede ser descargada en este link.

Pero para hablar del caso puntual de Argentina, es preciso señalar que antes del primer caso positivo de COVID-19, el sector de las agencias de viajes ya se encontraba en una profunda crisis, como consecuencia de la implementación de un fuerte control del tipo de cambio, primero a través del llamado “cepo cambiario” y luego por el impuesto del 30% al emisivo (“dólar turista”, para la mayoría; o “Impuesto País”, para el Gobierno).

Como en muchísimos países, la suspensión de las operaciones aéreas, el cierre de los hoteles, las restricciones migratorias, los aislamientos obligatorios y el miedo paralizaron las ventas. Esto le ocurrió a muchas industrias, pero el turismo, además de que no puede almacenar un stock de viajes, tampoco puede prender una máquina y volver a producir el día después.

Por esa razón, muchos gobiernos del mundo y particularmente de América Latina, ya han dispuesto diferentes herramientas para dar oxígeno y contención al sector ante un impacto que pone en riesgo miles de empleos y también los recursos que esos mismos Estados perciben a través de los impuestos.

Pero en Argentina el apoyo gubernamental para las empresas hasta el momento es ínfimo. Las primeras medidas han estado enfocadas a mitigar la situación de las clases más vulnerables, lo cual es aplaudido por todo el sector y también por la sociedad, porque se refleja en las mediciones de aceptación a las medidas del presidente Alberto Fernández respecto al manejo de la emergencia. Pero las empresas siguen sobrellevando una facturación cero para cumplir con un sinnúmero de obligaciones laborales y fiscales.

Según Fehgra, la CAT le llevó propuestas al Ministerio de Turismo y Deportes el 13 de marzo

En ese marco, la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina (Fehgra) emitió un fuerte comunicado en el que sostiene que, junto a la Cámara Argentina de Turismo (CAT), le propuso un paquete de medidas al Ministerio de Turismo y Deportes y que, desde entonces, prácticamente no han tenido una respuesta satisfactoria.

(Ver: Hoteleros argentinos advierten: sin plan de rescate habrá cierres masivos)

Desde luego, tal como lo había contado este medio, las agencias de viajes también habían efectuado una serie de propuestas, y pocas de ellas se tradujeron en medidas concretas, con un escaso efecto sobre la crisis de las empresas. Por eso, desde el trade turístico argentino se insiste en tres “desafíos” que deben afrontar las agencias para lograr salir adelante de este difícil momento, y se proponen algunas soluciones.

Estructuras más livianas

La combinación es explosiva: las agencias no están facturando; no tienen postergaciones ni exenciones impositivas; no hay perspectivas de recuperación en el corto plazo; y, además, está vigente la doble indemnización al trabajador en caso de despidos. El resultado, la mezcla perfecta para una implosión.

Aunque un despido puede ser un paliativo rápido para la subsistencia de una empresa, los empresarios sostienen que no quieren hacerlo, porque también entrevén que el mercado de viajes en Argentina pueda recuperarse pronto, siempre y cuando la crisis sanitaria no cobre la magnitud de la de algunos países de Europa, Asia o inclusive los Estados Unidos. Cuando todo esto pase, necesitarán estos recursos.

Por eso, creen que entre todas las soluciones posibles hay dos que el Gobierno podría tomar minimizando “daños colaterales”. La primera es hacer uso de las legislaciones que establecen que en situaciones de emergencia las empresas puedan despedir personal abonando el 50% de la indemnización, y no el 200% como ocurriría hoy. Se trataría, según afirman, una válvula de escape que la mayoría no utilizará, porque la mayoría de las empresas son empresas muy pequeñas, incluso familiares, que no tienen a quién despedir.

Además, sostienen que esta situación podría equiparar al sector privado con el sector público, que hoy no cuenta con esa doble indemnización y sí puede reducir estructura a su parecer.

La segunda medida, tal vez mucho más saludable, es beneficiar a quienes no produzcan despidos con alguna ventaja tributaria, cosa que hoy tampoco existe y podría desalentar las reducciones de personal que, como se señalaba, será necesario para la recuperación de las agencias.

Salarios subsidiados

Muchos países tienen diferentes programas de asistencia para empresas en estado de emergencia. En España, por ejemplo, muchas empresas se están acogiendo al llamado ERTE, que permite a los privados replantear sus estructuras mientras el Gobierno asume parte del salario de los empleados, a cambio de no despedirlos.

En Argentina, existe algo parecido y se llama Programa de Recuperación Productiva (Repor). Si alguno lo recuerda, fue clave para muchos emprendimientos de la Patagonia durante las cenizas del volcán Puyehue, allá por 2011.

Aunque el Gobierno los reflotó en las últimas semanas, y lo habría vuelto a reglamentar este domingo 29 de marzo, la aplicación resulta muy burocrática para un momento de urgencia como el actual. Para ilustrar esto, alcanza con señalar que se les pide a las empresas un informe de estado socioeconómico. Por eso, tanto los hoteleros como los agentes de viajes están solicitando que sean mucho más accesibles, automáticos.

“Solamente con la utilización del certificado de empresa pyme y utilizando los códigos de actividad 791100 y 791200 encuadran a los servicios minoristas y mayoristas de agencias de viajes respectivamente, y así pueden acceder a la nómina de empresas y los empleados que cada uno tiene declarado”, explican.

Luego, la agencia sólo debería informar cuál es la cuenta corriente que se utiliza para pagar los sueldos, y allí el Estado puede efectuar el depósito de los montos necesarios.

Plazos para devoluciones

La Resolución 131/2020 del Ministerio de Turismo y Deporte argentino estableció que los hoteles argentinos ya no podrían recibir a pasajeros residentes durante el aislamiento obligatorio y, a su vez, dejó expresada “la obligatoriedad de devolver a los turistas usuarios toda suma de dinero que hubieren percibido en concepto de reserva por alojamientos a ser usufructuados durante el período comprendido entre la fecha de entrada en vigencia de la presente medida y el 31 de marzo del año en curso”.

(Ver: Hasta abril, sólo los extranjeros pueden alojarse en los hoteles argentinos)

Tal como lo había anticipado HOSTELTUR, esa decisión ya está poniendo en jaque al sector, ya que resulta evidente que si todos los pasajeros van a la agencia a solicitar esa devolución, sería imposible para las agencias devolverlo o incluso seguir funcionando. “No hay ninguna estructura que pueda contar con el flujo de fondos para responder a eso; ni líneas aéreas, ni hoteles, ni agencias de viajes”, explican.

En Brasil, por ejemplo, el Gobierno de Jair Bolsonaro suscribió un acuerdo con las principales gremiales empresarias del sector aéreo, en el que se dispone que si un pasajero pide la reprogramación de su viaje, no se le cobrarán penalidades. Ahora bien, si quiere la cancelación, hay dos caminos: si desea el dinero en el momento, se le cobran todas las penalidades; si admite que la empresa se lo pague en hasta 12 meses, no hay recargo alguno, y se le devuelve el 100% de su importe.

En Argentina sería de gran alivio (y de muy fácil implementación) establecer una flexibilidad en las devoluciones, determinando, por ejemplo, que la totalidad del pago no pueda ser exigible en un plazo de entre 180 y 360 días, de acuerdo a las posibilidades de cada prestador.

Aunque las pérdidas resulten inevitables para todo el país y el mundo en general, también es cierto que muchos gobiernos están entendiendo que las empresas turísticas realizan un importante aporte tanto a las arcas del Estado como a la generación de empleos formales, directos e indirectos.

Una buena

Este mismo domingo 29 se dio a conocer que uno de los pedidos del sector para afrontar la crisis ya estaba listo para ponerse en marcha: créditos blandos para la micro, pequeñas y medianas empresas, incluyendo a las del sector. Se trata de la Línea de Financiamiento para Sueldos de Mipymes, que permitiría financiar hasta el 100% de la masa salarial bruta de una pyme, con plazo de crédito de 12 meses; tres meses de gracia; y una tasa de interés máxima del 24%.

Desde luego, la noticia es bien recibida, pero no es exactamente lo que el sector está demandando. Según los testimonios que este medio pudo recoger en las últimas semanas, lo que se está solicitando es el subsidio total o parcial de los salarios y no su financiación, porque aunque el mercado empiece a reactivarse rápidamente, todo parece indicar que será muy difícil alcanzar en el mediano plazo los niveles de viajes registrados antes del coronavirus, que ya de por sí eran bajos en relación a un buen año.

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