Tourism for Tomorrow Awards del WTTC

Cómo convertir un ecoresort en una fábrica de especies

El proyecto Misool, en Indonesia, logra que la biodiversidad mejore en un grupo de islas

Publicada 22/10/17 -Actualizada 03/07/18 22:58h
Cómo convertir un ecoresort en una fábrica de especies
  • Al contrario de lo que sucede en casi todo el mundo, en Misool la biodiversidad está mejorando
  • El resort se encuentra en una isla privada, alquilada a la comunidad local
  • El galardón del WTTC reconoce la labor del ecoresort Misool en favor del medio ambiente y las comunidades locales

En un archipiélago de Indonesia, en las islas Raja Ampat, un ecoresort fundado en el año 2005 ha recibido el calificativo de "fábrica de especies" por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés). Se trata del complejo turístico Misool, que además de impulsar la recuperación de la biodiversidad cuenta con el apoyo de las comunidades locales, por lo que ha recibido este año el premio "Tourism for Tomorrow Awards", en la categoría de Medio Ambiente, concedido por la asociación World Travel & Tourism Council.

Imagen del eco-resort Misool, en Indonesia.Imagen del eco-resort Misool, en Indonesia.

Y es que según señalan los naturalistas, en este lugar la biodiversidad está mostrando señales de mejora, en lugar de empeoramiento como sucede en casi todas las partes del mundo.

El complejo dispone de una serie de bungalows y villas. El resort se encuentra en una isla privada, alquilada a la comunidad local.

Éste es el hogar de 1.500 especies de peces tropicales y múltiples tipos de corales (hay 10 veces más especies que las encontradas en el Caribe).

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Las comunidades locales se involucran

En años recientes, esta parte de Indonesia ha registrado un gran aumento de la población, acompañado de una mayor presión sobre los arrecifes de coral, incluyendo pesca con dinamita, de tiburones, minería o exploraciones petrolíferas.

En 2005, los fundadores de Misool comenzaron a crear el resort turístico y lograron persuadir a la comunidad local sobre las ventajas de crear una zona donde no se pudieran llevar a cabo esas prácticas que ponían el riesgo el ecosistema y su propio modo de vida.

Así nació una primera zona de exclusión de actividades dañinas para el medio ambiente, un santuario de 425 km cuadrados de mar y tierra.

El éxito de la iniciativa fue tal que, cinco años después, una segunda comunidad local también quiso añadirse al proyecto, ampliándose el santuario a 828 km cuadrados.

Un equipo formado por 15 personas locales se encarga de patrullar por el santuario y otros 75 miembros de la comunidad participan en proyectos de reciclaje, programas para acabar con la pesca ilegal de mantas marinas y tiburones, etc.

De este modo, la actividad ilegal de pesca ha sido reducida en un 86% dentro del santuario y como resultado la biomasa de especies marinas se ha incrementado un 250% en los últimos seis años.

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